Foto: Oscar Rivera |
Hace ya tres años que no hago nada de nada. Que río, lloro, me preocupo, me enfado, me rebelo contra el mundo y contra mí misma y a las ocho de la tarde, estresada o feliz, preparo la cena para la peque y para mí, o me tiro en el sofá o escribo o leo. Y el cuerpo, lo nota.
Llevo tres años tratando de cuidar tanto mi mente y mis estados, que el cuerpo dejó de tener su forma y su elasticidad, porque me emperré en que lo primero era sentirme fuerte por dentro, recuperar mi equilibrio interior... pero no me digáis cómo, tras este verano, he sentido que no puedo expandirme más. (Bueno, tal vez la ruptura de unos vaqueros nuevos al intentar subirme a una moto tuviera algo que ver, jajajaja).
Es complicado empezar a moverse. Me siento torpe, rígida y lenta, muy lenta. Es difícil luchar contra los recuerdos que tu mente te lanza sobre quién y cómo fuiste en una cancha, y aunque nunca destacara por mi velocidad, jaja, no se me dio mal del todo. Me quedé embarazada con 28 y gané 20 kilazos. 4 fueron de la propia niña, vasca, por lo que leéis, jeje. El resto, se fue yendo poco a poco. Con el divorcio perdí 17, y me quedé tan escuchimizada que mis amigas me llamaban "fea" y me pedían chicha. Poco a poco, la cogí. Y lo que tiene la felicidad, que se ha desbordado por mi cuerpo. Que mi metro ochenta y tres engañan y disimulan, pero mi ropa no. Y no entrar, me fastidia. No aspiro a posar en ninguna revista de fitness ni a lucir un palmito para nadie. Solo quiero volver a moverme y sentirme liviana. Ágil, flexible y activa. No creo que sea imposible. Creo que solo es cuestión de voluntad y de aceptar, que esta parte ahora mismo, equivale a quererme también por fuera.
He encontrado el por qué a muchos de mis recelos con el deporte. Uno, que nunca lo tomé como algo que me sirviera para cuidarme. Era pura adrenalina, competición, jugar y jugar a encestar, a mejorar, pero no a observar los musculitos y todo lo que aporta. Dos, durante estos años, me he dado cuenta de que me resultaba tan importante demostrarme a mí misma y al resto que estaba "sana" por dentro, que mi cuerpo, ¡bah! , me daba bastante igual. Necesitaba sentirme fuerte, valiente, reconstruida. Ahora que empiezo a estarlo, hubo un punto de inflexión y no fue solo el pantalón. Fue la desidia tan pegada a mis ganas. Darme cuenta del autoboicot y de que solo tengo 36 y si me dejo ahora, ¿cuándo volveré a encontrarme?
Así que he empezado a hacer deporte. Siento que es como empezar a meditar. Que todo tipo de ideas surcan tu mente y todas te dicen que lo dejes que no sirve para nada. Llevo dos días. Me río sola en casa frente a los videos de youtube y me río más al darme cuenta de que lanzo juramentos en hebreo porque me duele todo. Salto y noto la lesión del tobillo de hace años, cojo una mancuerna y mi dedo roto se lamenta, me siento y rezo a la instructora que no me pida levantarme... y al acabar, hasta me aplaudo. ¡Ja! No digo porque yo lo valgo, sino un divertido: "anda que Itzi... ¡vaya lo que se te ha ocurrido ahora!".
Día 2. Soy la Eva Nasarre del siglo XXI |
Baby me decía esta tarde, "ama, yo voy a ayudarte en lo que quieras". Y seguido me ha dicho que no bajo el culo lo suficiente. ¡Ja!
En fin, no me extiendo más que para ser el primer día creo que ya he contado bastante.
Me siento algo mejor. He expulsado demonios con cada gotita de sudor, incluido todo lo que pienso sobre el "ca..." que me ha rallado el coche. Y ahora a cenar, a charlar un ratito, leer, escribir o lo que surja. Me motiva compartirme, siempre lo ha hecho. Así que si has llegado hasta aquí, GRACIAS.
No entiendo la vida como un deporte solitario, sino como un camino de equipo. Sea como sea.
Sed buenos, haced aquello que os haga sentir bien, pero estad siempre seguros de que lo hacéis por vosotros y no porque la sociedad nos acribille a mensajes subliminales y directos sobre el cómo debemos estar y dónde está la cima de la felicidad. Todos somos tan distintos que llegamos a ser únicos y especiales. Con kilos de más, de menos, o redondos e ingrávidos como almas y estrellas.
¡Hey! Que no me olvido de la cancioncita... Imposible que no suene Bunbury. Hace menos de una semana lo vi en directo en Valencia y aún resuena en mi corazón. Como la compañía que tuve. Mis dos amores. Mejor imposible. Que suene entonces él, y este temazo. "De todo el mundo".
"Que no interrumpa lo cotidiano
mis pensamientos.
Que no me dejen sin mi sustento
en vano.
Que no me atrape lo mundano
si prefiero no estar quieto.
Que no me pongan en un aprieto
por algo que no está en mi mano.
Que no me consuman si como sumo
soy un regalo.
Que no le cause a nadie espanto
si yo mismo me acuso.
Soy vagabundo, siempre de paso de
aquí de allá, de todo mundo.
No tengo dueño, no soy tu esclavo.
Un poco tuyo y de todo mundo..."
Besos mil y hasta prontito, que regresar al blog siempre es como respirar.
Muaks!
Itzi
bien..por el mundo del deporte...irradia equilibrio
ResponderEliminarde manera increible yo este verano he mantenido - con calores incluidos - una regularidad con la bicicleta fantástica. Espero poder ahora mantenerla a lo largo del curso. Sirve de relax y desconexión. Sobre el físico, no tengo problemas, es inmejorable
besos
Gracias, Mr. Y a continuar, como un vals, poco a poco. 😘
ResponderEliminarGracias, Mr. Y a continuar, como un vals, poco a poco. 😘
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