De vocación... trapecista

«La pluma es la lengua del alma». Cervantes.


A Martín le gustaba volar. Había sido un fan incondicional de Tarzán, liana tras liana, volando sobre la selva, de árbol en árbol, sintiéndose libre y fuerte, porque no es lo mismo ser libre y sentirse fuerte que ser solo libre o solo fuerte. 

A la libertad le falta fortaleza: física y de espíritu. 

Por eso Martín solo volaba entre textos. Escudado en su pc, se permitía hacerlo tras la pantalla, tanteando con mensajes amables y aduladores a unas y a otras. Esperando como un niño la mañana de Reyes y sus sorpresas. No había maldad en sus letras ni en su alma, solo la alegría del salto, la fuerza de la libertad, la osadía de ser de verdad.

Rara era la semana en que no recibía un mensaje agradecido mostrando interés por su persona. Él, que había construido un auténtico templo decorado de imaginación, recibía en su buzón de correo las palabras de sus admiradoras como si fueran néctar, y las saboreaba y despedazaba a besos, a veces demasiado largos, en los emails de respuesta que enviaba por las noches, mientras su mujer dormía. Ella, ajena al alter ego que alardeaba de trovador y trapecista, lo dejaba acostarse tarde, sin molestarlo, permitiéndole centrarse en lo que ella creía que era una vocación frustrada como la de ser escritor. Desconocía su zalamería, su poesía escasa de rima tan consonante como pedante y su foto de perfil, imagen tomada de un banco de fotografía gratuita y que representaba a un Adonis, esbelto y musculoso, bien distinto al marido entrado en carnes, magras y otras viandas, sin pelo rubio, ni laurel ni músculo, ni rastro de mito en este cuento.

Martín esperaba ansioso la hora de la cena, tras la cual abriría su cuenta y encontraría quien leyera a su otro yo, quien lo esperara, quien lo atendiera por dentro.
—Te pasas más horas metido en el ordenador que en la cama —se quejó al cabo de unos meses su mujer.
Y no rechistó porque sabía que era cierto. Pero... ¿cómo explicarle? ¿Cómo decirle que lo que ella no tenía interés en mirar despertaba a otros, a otras? Que no era un «hombre-seta», como ella había empezado a denominarlo con frecuencia ante sus amistades. Que tenía ideas, «chorras, tontas, vale, da igual, pero son ideas», que necesitaba extraer de sí mismo. ¿Cómo decirle «léeme para conocerme mejor» sin que ella pensara que le pedía sexo? ¿Cómo contarle que escribir ficción era lo único que le mantenía cuerdo? Que se ilusionaba cuando alguien le comentaba un texto porque aun sabiéndose invisible se sentía valorado, un poco al menos, sin necesidad de forzar sonrisas, sin compromiso.

—¿Has pensado alguna vez en leer algo de lo que escribo?
—¿Para qué? Eso lo dejo para ti, te entretiene.
—¿Y no te importa que me lean otras mujeres y se interesen por mí?
—Jajaja, ¿quién se va a fijar en ti, Martín? ¿Tú te has visto? Ya nos hemos hecho mayores, cariño, eso son cosas de críos.
—Y de Tarzán.
—¿Qué tiene que ver Tarzán con esto? ¿Te estás comparando con él? ¡No seas ridículo!
—La naturaleza de Tarzán no cambió por mucho que él cambiara de lugar.
—Anda, déjalo, Martín.

Esa noche llegó el primer mensaje:


«Cuando te leo es como si me leyera a mí misma. Es una tontería escribirte esto, pero necesitaba decírtelo. Hemos construido una vida que no se parece en nada a la que nos late por dentro. A mí me pasa y cuando te leo... Siento que tú también estás igual de encerrado que yo. Menos mal que podemos leernos.

¿Sabes? Mi alter ego se llama Jane».

La mona Chita empezó a aplaudir desde lo alto de una rama. Las casualidades existen, aunque el Universo prefiere llamarlas «causa-lidades». 

¿Continuará? ¿Continuó?

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¡Hola! No me digáis de dónde nace este texto. De hecho estaba pensando en irme por otros derroteros cuando Martín ha pedido paso y ha tomado la historia como loco. Ejercicios creativos marca Itzi. Permitidme escribir lo que me dé la santísima gana.

Últimamente estoy escuchando demasiadas voces que dicen que haga tal o cual y no sabéis lo mucho que me cansa andar dando bandazos, cuando lo que realmente resuena conmigo es escribir historias que nacen de una idea y descubrir cuál es su desarrollo, sin mayor pretensión. Obvio, que me leáis, que os inspire el texto, pero no mucho más. No se puede caminar midiendo los pasos constantemente. Entre el marketing digital, el SEO y la madre que parió a todos estoy para ponerme a gritar como Tarzán, «ahahahaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa».

Supongo que aunque esta historia no tenga nada que ver con él, quería escribir un texto en el blog para dedicárselo a un amigo bloguero, alguien que sin descanso ha estado durante más de 10 años publicando con frecuencia, sin mayor ambición que la de compartir su mundo interior y sus cosas. Está pasando días difíciles y siento que la vieja guardia bloguera debemos abrazarnos en la distancia, como siempre, a través de nuestras letras. Mi querido Noelplebeyo, va por ti, trapecista, valiente, auténtico y luchador. Podéis leer su novela «Sin Remedios» aquí. Y seguir su blog, o no, pero sabed de él, porque la vida nos pone siempre a personas bellas al otro lado y solo depende de nosotros estar atentos para captar su esencia y su presencia.

Sé que tú eres más de The Church, pero November Rain ha venido a mi mente como un relámpago.
Besazos desde mi Norte.


Las imágenes de hoy son todas cortesía de Pixabay.
Nos leemos estos días. ¡Qué liberador escribir tan solo por el mero placer de escribir! Soltarlo al universo internetiano y ya. «Ahhhhhhaaaaaaaaaaaaaaaaaaa». He dicho.

Itziar.

www.itziarsistiaga.com
@itzisis


Comentarios

  1. Pues sí, qué alegría (para quienes te leemos) que escribas por el mero placer de escribir.
    Tu relato de hoy me trae recuerdos, de un personaje parecido de quien escribí hace años. Para ser sincera, hasta yo tengo algo de este personaje. ¿Tú no?

    ¿Sabes? Después de tantos años prácticamente alejada de mi blog, en este retorno (que espero dure, porque me sienta muy bien) me hace muy feliz reencontrar activos a quienes disfruté tanto leyendo entonces. Me pasaré a leer a noelplebeyo, me alegra que siga escribiendo, no que esté pasando días difíciles.

    Un beso grande, Lady Itziar

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  2. Cuando empecé a leer me recorrió un escalofrío por el simple nombre de Martín. Gracias por verme siempre tan bonito. Ay!!! Tarzan que bien que existan almas libres entre tanta espesura

    Besos, my lady

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    Respuestas
    1. Las almas libres vuelan y se encuentran. A través de pantallas y fuera de ellas.
      Besos, querido Mr.
      Hoy iba por y para ti.

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  3. Siento esa misma felicidad al encontrar a quienes siento que empezamos juntos. Es bonito, mundo blog.

    Besazos, Lady Alís.
    Todos somos un poco Martín.

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