Lo que te hable de mí...

Dalí. "La persistencia de la memoria"
Uno de mis lugares en el mundo.

Lo que te hable de mí cuando no esté
no lo olvides. 
Un día podrás contar
que me viste en un dibujo, 
en una canción o en un parque. 
Bajo el granizo, en un anuncio, 
o en un café. 
Podrás contar que me encontraste
en la radio, en una tienda, 
en un olor.
Lo que te hable de mí cuando no esté 
será la presencia que aún te late.
Lo que te hable de mí cuando no esté
no lo apartes. 
Abrázalo como si fuera yo.

Lo que me hable de ti 
cuando tú faltes,
lo iré guardando en un cajón.

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Se despertó sobresaltado de la cama. Sudaba y se dio cuenta de que también había llorado. Raro. Muy raro. Él no lloraba nunca. Pero no supo por qué. El reloj marcaba las tres y treinta y tres. Durmió intranquilo el resto de la noche y se despertó cansado. Enfadado con el mundo, tristón. Enero estaba costando más por dentro que por fuera. Mucho silencio. Puso la radio y sonó una canción que de repente lo transportó a unos brazos que hoy faltaban. Siguió triste pero sonrió. Ella la hubiera cantado.

Al llegar al trabajo la primera factura que tuvo entre sus manos acababa en trescientos treinta y tres. ¡Otra vez!, pensó. Y continuó con sus rutinas hasta que el vehículo de delante lo hizo frenar bruscamente hasta hacerlo casi chocar contra su tres mil trescientos treinta y tres, hache jota. Volvió a pensar en ella y supo de inmediato lo que hubiera dicho al respecto: 
"Las casualidades no existen, son señales".
Él estaba cansado de llamarla loca y de reír con sus manías y supersticiones y, sin embargo, ese triste martes de enero, se dijo que nada perdía con creer. Y lo intentó. Como si de un juego se tratara empezó a buscarla por las calles. Y la encontró muchas más de tres mil trescientas treinta y tres veces. Ella estaba por todos lados, como si flotara en el aire, "Oh, ¡no!" río al recordar a Dylan. Aquella noche bailaron un Blowing in the wind.

Llegó a casa y se sentó en la cama sin quitarse siquiera los zapatos. ¿Sería cierto que la respuesta está flotando en el viento? Durante días se despertó a la misma extraña hora y cientos de detalles lo hicieron sorprenderse y extrañarse a partes iguales. ¿Lo buscaba? ¿Sucedía? ¿Y si lo que él experimentaba era también algo que quizá ella en algún otro lugar estaba sintiendo? Negó con la cabeza. No. No podía ser. La ilusión mueve montañas pero la realidad es la realidad.
Buscó información en Internet, leyó por curiosidad el horóscopo para reafirmarse en su ciencia y el día que se chocó con un amigo que por error lo asoció con el empleo de ella, supo que por mucho que intentara encontrar explicación, no la había. Lo que pasaba, pasaba. Era. Existía. Y esa absoluta certeza de que había una parte de magia en cada momento que los conectaba le dio alas.

El día que el azar los volvió a unir, ella, a modo de saludo, dijo:
-Sabía que pronto nos veríamos.
-¿Me has hecho algún tipo de conjuro de los tuyos?
-No, pero últimamente todo me habla de ti.

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Quienes me conocéis bien sabéis que soy fan de las señales y que por suerte, las percibo a cada rato y así, yo solita, me lo voy pasando muy bien. Realmente es muy divertido pensar que nos van dando pistas y solo tenemos que seguirlas. Vivir con ese punto de locura y ser consecuentes con ella, la coherencia de lo absurdo. Me gusta. 

Hoy me han regalado un reloj blando como los de Dalí. Me ha encantado porque para mí esa lámina es un pequeño paraíso en mi mundo mental. Pero sobre todo lo que me ha gustado del regalo, ha sido la forma en la que me lo han obsequiado:
-Toma, es para ti. Lo vi y te vi. 

Me encanta saber que todo aquello de nosotros mismos que elegimos compartir con los demás es aquello que hablará por nosotros cuando no estemos presentes. Me gusta tener un mundo vivo a mi alrededor que me habla de momentos compartidos y me gusta pensar que mis recuerdos, no se quedarán solo conmigo. Lo vi y te vi.

Un beso de fin de enero post-cumpleañero. 
Un poco más vieja, y no creo que más sabia.

Temita, una de mis canciones favoritas, que me recuerda al bar donde he pasado tantísimas horas en mi vida, el Miguel en la Plaza Urdanibia de Irún. Muchas tardes de domingo Etxe ponía a los Pogues y yo escribía en cuadernos viejos ideas sueltas que no iban a ninguna parte. 
Hoy el Miguel ha cerrado como bar y en cambio, Rainy night in Soho suena por siempre arropándome con paredes de piedra y vigas de madera. 
Agur, Miguel

¡Cuántas historias han quedado entre tus paredes! 
¡Y cuántos recuerdos que quizá fuera de ellas cobren vida!

Más besos...

Pd: y esto lo tengo que decir porque forma parte de mi estilo. Si veis el vídeo hasta el final, si os dejáis sentir con la letra y la melodía de la canción... justo cuando acaba, espero que al igual que yo le hagáis llegar un pensamiento a Josete sobre edición de archivos... Que oye, que es genial y le estamos súper agradecidos porque sube vídeos y los traduce... Pero un poquito de por favor, de secuencias, de saber elegir el momento para ponerle los créditos, ¿no? Bueno, digo yo. Y ya. Muaks!

Comentarios

  1. Felicidades, siempre

    Hay muchas imágenes dónde apareces, en mi caso.

    La presencia continúa. Un beso

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    1. ¡Qué bonito, Mr Plebeyo!
      Gracias, siempre.
      Yo sonrío cuando escucho The Church. ;)

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  2. Es mi muy más favorito cuadro (pintura).
    El bigotes ponía (al menos antes antes) Dire Straits.
    ¡Viva Moscú!

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    1. Viva Moscú y Viva Dalí.
      Gracias por visitar mi pisito.
      Un beso.

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