Domingos de Carnaval

"Ciertos recuerdos son como amigos comunes, saben hacer reconciliaciones".
Marcel Proust.
Anoche le dio por ordenar un poco sus libros antes de acostarse y fue en ese momento, cuando sobre la colcha de la cama cayó una fotografía. Miró el libro primero, sonrió tristemente al reconocer que nunca acabó de leerlo, al igual que su historia con ella, que se quedó en alguna página perdida de otra historia de la cual jamás conocería el final. Paradojas.

Sostuvo entonces la foto y la miró tratando de reconocerse en quien tomó la imagen. Tratando de recordar lo que le había dicho para que ella sonriera de ese modo. Sí, era increíble hacerla sonreír así...
Hubo un tiempo en que se creyó mago, pues con tan solo un toque mágico, ella le regalaba su más preciado tesoro. Su risa y su sonrisa, y la mirada profunda de quien te hace responsable de su repentina alegría.

Después la vio llorar mucho. Demasiado. También se convirtió en el villano que era capaz de desencadenar sus mil tormentas. Pero entonces no la miraba como anoche al sostener la fotografía. Cuando ella lloraba, la miraba con la impotencia y la rabia de quien mira a un niño que quiere que avance más rápido de lo que le corresponde. Ella permanecía asustada y suplicante. No eran necesarias las palabras para que ella se sintiera culpable de no estar a la altura de sus expectativas. Los ojos tristes están llenos de ellas. Y él, entonces tan bufón e inmaduro, tan orgulloso, no le daba el auténtico valor a la situación. Sabía que por eso mismo, la perdió.

El día que ella se fue con otro, su orgullo herido le hizo decir mil sandeces. Quería dañarla, vengarse por la traición, arrebatarle para siempre la alegría. Herirla en igual grado. Pero ella había conseguido zafarse al fin de su control. Había conseguido caminar sin él, algo que durante mucho tiempo pensó que sería imposible. Minada la moral y la alegría, aplazados los sueños, silenciada la música interior.

En la fotografía ella vestía un pareo. Habían estado en la playa, había sido un día sencillo, de esos que parece que se suceden mecidos por las olas y la brisa del mar. No obstante en su habitación había silencio, al igual que dentro de sí mismo. Pensó en ella hoy día, en que no tenía nada que ver con aquella chica risueña a la que miraba con nostalgia. Como si la imagen tan solo fuera el negativo de la mujer en la que se había convertido. Quizá eso fue todo. "Quizá era necesario haberla cagado tanto", se dijo. Ella nunca volvería a repetir escena con un gilipollas como él, y él, nunca más volvería a ser ese gilipollas que en vez de hacer brillar a quien amaba, apagaría su luz hasta ocultar por completo su sonrisa. Al final el niño que no avanzaba, había acabado siendo él. Una vida en pañales, "patético".

Luces y sombras. Era domingo de Carnaval y apagó la luz para empezar de nuevo la semana. Hay recuerdos con los que uno debe reconciliarse, porque de no hacerlo, te persiguen como fantasmas hasta el fin de tus días, sin darle tregua al sol.

Se acostó mecido por el rumor de sus pensamientos y antes de caer profundamente dormido, recordó el sonido de su risa. Era bonito no haber olvidado todo.

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Jugando a los disfraces uno puede observar a la gente con descaro y comprobar que tras sus máscaras o maquillajes, solo se ocultan luchadores de la vida tratando de hacer de días anodinos días especiales. Dicen los que mucho saben, que todo es cuestión de actitud.
¿Y la actitud ante un recuerdo? Que siempre sea tal y como canta Bunbury en "Y al final":

"...y al final 
te ataré con todas mis fuerzas 
mis brazos serán cuerdas al bailar este vals 
...y al final 
quiero verte de nuevo contenta 
sigue dando vueltas 
si aguantas de pie".

Texto cargado de nostalgia por todos esos personajes que fuimos y que fueron esenciales en nuestra película. Dedicado a todos nuestros errores y a nuestros aciertos, ni víctimas ni verdugos, solo caminantes, haciendo camino. Seguid dando vueltas, si aguantáis de pie. La vida no deja de ser por siempre, un Carnaval.

Besitos desde mi Norte gris y lluvioso, donde un mundo entero se refleja en cada gota de lluvia.
Sed buenos, y como dice mi Lady Wine: "no dejéis de sonreír". Todo acaba por salir bien, tras cada tormenta, siempre escampa. 

Por cierto, la ilustración es de Michael Cheval. Un día este hombre querrá conocerme de tanto que lo uso, jaja. En el fondo debería estar contento conmigo de lo mucho que lo admiro, que queda mucho más fino y es más cierto. Siempre me inspira su trabajo.

¡Muaks!


Comentarios

  1. El álbum de fotos propio nos hace recorrer aquello que fue, aquello que pudo ser, aquello que jamás tuvo que ser.... pero ahí está, para enseñarnos algo

    Hoy, sin ir más lejos, nuestra foto se ubica en Alicante

    Besos

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  2. Tal cual, Mr. Plebeyo. Creo que por eso ha salido el texto así, quizá porque hace falta hacer una recapitulación y de ella, siempre, extraer la lección.

    Pd. Y un vasco atendiendo mesas en un Alicante soleado. Gran foto, genial compañía. Gracias mil.

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  3. Buenos días, Lady mascarillas.
    A mí esto de la memoria es que me da como hambre. Voy a ver si encuentro unas magdalenas de Proust para desayunar. Luego paso con más tiempo a debatir, si no me veta.
    Un beso desenmascarado o descarado.
    Psd.- ¡Cómo me alegra lo del libro! Y aquí, sin que sirva de precedente, no estoy siendo irónico.

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  4. ¿En horario normal, Mr. Bolki? Magdalenas de reconciliación, ricas y sobre todo sabrosas para el alma. ¡Qué bueno saberle de nuevo por mi pisito! Sin vetos, sin máscaras.
    Gracias por la alegría sin ironía y más besos. Siempre.
    Nos leemos.
    Fdo: Lady un millón.

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