La soledad de la historia.

Historias. Todos estamos hechos de historias. De las que vivimos, de las que nos cuentan, y sobre todo, de las que nos contamos a nosotros mismos. A veces, de tanto repetirlas, hasta nos las creemos. Como esos besos que aún habiendo sido grandes besos, no estaban exentos de espinas y trampas.
Estamos hechos de historias de holas y adioses. De lazos invisibles que nos mantienen unidos a personas a las que nunca más volveremos a amar igual, porque hasta el amor prescribe.
Esta mañana, mientras conducía, iba pensando en que puede haber mucho amor en todo, pero sin pasión, no hay nada. Como el sexo, como la devoción, como cualquier cosa. Si hay pasión, estás. Si no, solo paseas alrededor. Sin mojarte. Literal y figurado. Como esas personas que merodean y te dejan fría, como esas aventuras que se quedan inconclusas y perdidas en una historia en la que ya ni siquiera te reconoces. Pasa el tiempo y pasas tú. Y la nostalgia se apodera de quienes fuimos y ya nunca más seremos, y vuelven aquellos besos y uno cierra la boca, porque como muy bien cantaba Sabina, "esta boca es mía".
Una mujer se enciende un cigarrillo y aspira el humo intentando llenar el vacío que ya es tan suyo que ni le turba. Un hombre bebe un gin tonic casi de un trago, llenando de gas la única válvula de escape que tenía y que ahora está atrofiada. Cada uno a su manera, huye de los besos que dio y avanza en el difícil mundo de la soledad.





No, no es fácil lidiar con la soledad, ni mucho menos con la pena. Es un peaje muy caro y que causa pavor, porque ante la ausencia de ruido uno solo puede escuchar su propio eco y eso, asusta. Asusta hasta que te duelen las entrañas y entonces, cuando crees que ya no puedes más, reaccionas, porque siempre se puede. El dolor y la paranoia son tan amigos... El drama. Anclarse al sufrimiento como si un ancla tirara de nosotros hasta la más recóndita profundidad del mar. ¿Existe? ¿Importa? Todo pasa.


La soledad te obliga a reinventarte. A mirarte en el espejo y decirte lo muy mal que lo has hecho, o lo bien que lo hiciste. Te obliga a enfocarte en las máscaras que has usado y en construir la que mejor se adapte al tú de ahora, no el que fuiste, sino el que eres y el que quieres llegar a ser. A mí me dio por el chocolate y la cerveza. Había días de tanta intensidad e impotencia, que aplacaba la tristeza con una borrachera de dimensiones horribles para poder dormir y descansar la cabeza. Atracones de dulce que colman la dulzura que nos falta y tantas tardes de lluvia caminando hasta calar la piel...
Pero pasa... porque todo pasa. Y lo que no te mata, es ley, te hace más fuerte.
No, la historia que nos repetimos a veces no es nada real, ni mucho menos sana. Porque la soledad también saca lo mejor de ti. Tiempo para limpiar el armario de prejuicios y tonterías varias y sustituir vendas y tiritas por cicatrices que mostrar con orgullo. Nos equivocamos una y mil veces, nos engañaron una y mil veces. Nos utilizaron, nos dijeron que nos querían y no fue para tanto, nos robaron dinero, ¡sí! , incluso nos manipularon y amenazaron con mil porquerías viles que usa la gente ruin para herir... ¿Y? ¿No forma todo eso parte de la grandeza/bajeza del ser humano? ¿No es el precio a pagar por estar vivo? ¿O preferimos vivir la vida con la pasión de un caracol al que lo más extremo que le puede pasar es que salga el sol? 

Quizá la vida que vivimos no es la historia que nos hubiera gustado escuchar. Rectifico. Quizá la vida que hemos vivido no es la historia que nos hubiera gustado escuchar. Pero hoy y ahora sí que es nuestra vida y nuestra historia real. ¿Cueces o enriqueces? Viene a ser algo así. ¿Te dejas llevar o luchas por tus historias y por todos esos besos que enmudezcan soledades y reaviven sueños?

A todos nos han roto el corazón y nos han jodido. Podría buscar otra palabra, pero joder me gusta. A todos nos dan las mismas cartas y recursos, porque aún no conozco ningún humano sin cerebro que siga caminando. Sí, lo sé, la gente seta y políticamente activa empezaría a dar nombres, pero a mí no me interesa poner a parir a nadie. No gano nada y me aburre soberanamente la protesta. Me gusta la acción. En el día a día y en la calle. Predicar con mi ejemplo, si es que sirve de algo. Intentar aportar mi granito de arena en forma de sonrisa y no de mala hostia o escándalo. No sé si vale, pero lo intento. 

No hay dolor mayor o menor. Hay actitudes mayores o menores. Hay ganas de superarse o ganas de reafirmarse con la máscara más cómoda que encontramos a lo largo de los años, la de la desidia y la pereza. Porque transitar la soledad en pelotas, cansa. Es agotador sudar las lágrimas descalzo. Pero cada uno elige. Siempre cada día y a cada hora, uno elige. 

Elijo a mis personas de referencia, a mis músicos, a mis escritores, a mis bloggeros, mi ropa interior y los yogures de mi frigorífico. Elijo el sol, aunque aquí llueva. Elijo una sonrisa como bandera y elijo escribir, cada día, porque es la única forma que conozco de transitar por esta vida. La mía.
No quiero ser la marioneta de un mundo gris y taciturno. Me niego a ser el títere que manejan mentes abyectas y no mi propia guionista. A días no sé ni cómo, pero no pierdo el Norte. Y si la brújula falla, recomenzamos.

A nuestro alrededor hay un montón de gente triste y sola. La tónica general es escuchar unas cuantas veces al día lo mal que va todo y lo jodidos que estamos. Cuando lo dice el mundo y no yo suena mejor, ¿verdad? La costumbre de la apoteosis. Tremendo.



Esta mañana he leído uno de esos textos que te dejan clavada en la silla y te hacen pensar. Al menos a mí, jaja. He pensado en mundo blog y en esta página en blanco que es Internet y su lanzamiento al infinito. Al mismo tiempo en Twitter he leído cientos de mensajes horrendos y en la red de las redes, he visto cómo muchos siguen lamiéndose las heridas y culpando al vecino del quinto de sus almorranas. Soledad y culpa también son primas hermanas. Porque el primer piso de la soledad es tan jodido que ¡uff! resulta tan fácil culpar a otros de permitirnos padecer cualquier tipo de mal... 

El mundo necesita madurez emocional y un baile. 

Yo pongo la música, ¿tú bailas?

Artista: Michael Cheval

¡Que suene Louis Armstrong y What a wonderful world ! Y que aunque sea por un momento, el buen rollo os inunde, ¡joder! Que ya vale... Que en dos días se acaba la función y lo que queremos vivir, lo tenemos que vivir. He dicho. 

Homenaje al simbolismo y al realismo mágico de este artista al que le voy a dar un respiro, Michael Cheval, porque lo pongo hasta en la sopa. 

Y besos, y abrazos y todas esas cosas que a uno le van bien, en forma de palabras. Nada más. 
Humildes historias o cuentos o paseos o bailes.
Coged el ritmo, un, dos, tres, un, dos, tres...

Your Lady.

¡Ah! Que yo quería poner el texto que he leído esta mañana y casi lo olvido. Es este. Más empírico que lo que yo escribo, jaja, pero une neuronalmente mi corazón, jajajaja. O lo que vienen a ser asociaciones mentales propias e intransferibles, pero sí narrables. Y ya me callo, por hoy. Un rato.


¡Besos apasionantes!
Sed buenos.

Comentarios

  1. no cabe duda

    en la soledad se encuentran las raíces de uno mismo

    respeto, de todas maneras, a los misántropos

    y los genios necesitan soledad, no cabe duda- Los normales se pierden en las trivialidades, o en el dominó

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El dominó es un juego de sabios, también. ¿No?
      Gracias por tu visita, Mr.
      Besos.

      Eliminar
  2. ah!!! Mr.profe sí...pero enseñando sintiéndose niño

    conexión segura

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tengo la suerte de poder decir que lo sé a ciencia cierta, porque lo he presenciado. ;)

      Eliminar
  3. Yo siempre he dicho que no estoy sola sino en soledad. Hay diferencia el resto lo llevo por dentro y todo lo que llevo me hace compañía.

    Es un gusto leerte querida Lady.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El gusto es saberte por mi pisito, querida Lady Indie Red.
      Un abrazo transoceánico.

      Eliminar
  4. Estimada Doña Itziar (y lo digo con desapasionada maldad)
    Le escribo desde la soledad de mi teclado y; aprovechando que ayer vi a otro Don por televisión, por nombre Umbral, D. Francisco; he venido a hablar de su libro, del suyo de usted. Acaba de llegar el cartero con un ejemplar, el último que quedaba en Amazon, y de verdad que no doy crédito. Abro el libro, empiezo a leer y no he sido capaz de pasar de la primera frase:
    “Nunca he estado muy segura de nada”
    He pensado que usted no era usted y he solicitado que me devuelvan el dinero.
    Jajaja, no, en serio. Me está gustando mucho El veto, así que te dejo con tus cosas que yo tengo que adentrarme en tu esencia. Me llevo un paraguas de Cheval que por aquí ha amanecido soleado y nunca se sabe.
    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿En serio? ¡Wow! Esta es la parte que desconozco por completo, la de la distribución internetiana, te haría tantas preguntas ahora mismo...
      ¡Qué sorpresa! Imaginarle leyendo El Veto, ¡qué osadía más bonita! ¡Gracias!
      Esperaré entonces a que me despelleje con dulzura, eso sí, que como dicen por aquí, las críticas son mejor si no son sangrantes. Como los solomillos. Al menos para mi gusto. Punto más en argot gourmet.
      Ahora también en serio, Mr. Bolki, GRACIAS. Me hace mucha ilusión saber que has pedido el libro (aunque te juro que desconozco que estuviera en Amazon y cómo será el ejemplar que te han enviado, porque esa parte de la producción yo me la he perdido).

      Estoy sorprendida y sin palabras. Jajaja. A veces sucede. Nos leemos entonces, Mr. Y gracias por un detalle tan bonito.

      Eliminar
  5. Mi opinión empírica experimentada infinitas veces... y las que me quedan...
    La soledad puede llegar a ser una caricia pero la mayoría de las veces es una tristeza enjaulada en el corazón.
    Ruge silencios y llora cuando nadie, ni uno mismo, la ve.
    Es el futuro que a todos nos aguarda.
    El preludio de la muerte.
    Y el destello de toda la eternidad.

    Besos poéticos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y tan poético, Mr. Toro.
      Un beso y gracias por visitar mi pisito.

      Eliminar
  6. Bonito rincón.
    Quien sabe sentir, sabe decir (lo dijo Cervantes).
    Aquí, contigo, hay mucho de ambos. 👍

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, Tomás.
      Bienvenido a mi Pisito Blog. Toma asiento y siéntete como en casa.
      Que lo disfrutes.
      ¡Gracias!

      Eliminar
    2. Entrañable tú Marcial.
      El relato me ha gustado mucho.

      Eliminar
    3. ¡Gracias mil!
      Me alegro muchísimo.

      Eliminar
  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Precioso.
      Gracias.
      Nos leemos, caballero.

      Eliminar
    2. No hay nada en la soledad, ni alegrías ni tristezas,
      Un canto rodado, sin aristas, y sin risas,
      De aquí para allá, frío, sin color, y sin vida,
      Reposando en el fondo la siguiente arremetida,
      Alejándose, acercándose; esperando, desesperando,
      Dejándose llevar, sin intenciones, sin propósitos,
      Sin nada que hacer, solo esperar, sin remedio.
      El sol en el cielo, las flores en los árboles,
      Las manzanas, las granadas en las ramas,
      Esperando, al alcance de las manos, ahí están
      No ruedes más, cógelas, vívelas,
      Aún marchitas y amargas, abrázalas,
      Acomodarse, sin penas, por costumbre,
      Eso sí es soledad.

      Eliminar
  8. :-( error (horror) de ortografía :-) en mi comentario

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

El arte de compartir reside en ofrecer aquello que posees; en este caso, me basta una de tus ideas o tus pensamientos. Una palabra. La mía es: GRACIAS