Diarios de un día. Día 1

Nunca me ha gustado que suene el despertador. Ni aunque ante mí tenga el que considero en ese momento que va a ser el mejor día de mi vida. Si hiciera el cálculo de mejores días de mi vida quizá me sorprendería de la cantidad de buenos que ha habido, sobre todo, sin haberlos previsto. Llegaron.
Esta mañana cuando ha sonado, en cambio, no me ha molestado como otros días. Y no había nada atractivo en la jornada como para no protestar y dejarlo sonando. Tal vez que ayer cambié la música y como siempre, ésta me ha teletransportado directamente a una emoción. A una buena.

Iba en el tren. No había demasiada gente y solo se escuchaba el traqueteo. Nada más. El movimiento que te mece y tu mente que parece que se escapa de ti y te deja tranquila. Como cuando meditas o te relajas mucho, o justo ese momento etéreo antes de dormirte.

Anoche me acosté preocupada y sé que no debo. Que preocuparse es anticiparse a algo que posiblemente no vaya a suceder... pero ante determinados acontecimientos, cuesta parar la mente. Y la bola de nieve se va haciendo más y más grande hasta convertirse en alúd. Pasando de tener un simple runrún a luchar contra molinos de grandes aspas y a un Sancho que no viene a socorrerte.

La soledad es muy compleja. Uno se acostumbra tanto a ella que a la primera de cambio da un portazo y corta conexión. La paciencia es mínima, la tolerancia, también. Creo que los solitarios vocacionales se vuelven muy caprichosos. Estiman tanto sus espacios que no aceptan que nada les turbe, ni aunque sea por su propia evolución y mejora.

Entonces, ante nuevas tesituras, el solitario se remueve, se agita, se vuelve loco consigo mismo porque no se encuentra en su soledad y... no hay trenes suficientes para viajar, ni distancias tan largas como para recorrer. La ansiedad se queda en el pecho, la huída también. Uno aprende que el viaje siempre ha de ser hacia adentro para poder extrapolarlo y ahí, justo en ese trayecto, el peaje suele ser muy caro.

Suenan canciones, ves personas vibrando al ritmo del rock, abrazos, besos, lágrimas, despedidas y reencuentros y, giras como una noria, integrando que un adolescente se suicida de repente, que hay accidentes a todas horas, secuestros, violaciones, asesinatos, y llamadas de teléfono sin respuesta.

La vida, la puta vida con todos sus claroscuros. Luces y sombras y el terrible esperpento para algunos. A mí me sigue pareciendo maravilloso. La locura como único punto de cordura. La invención, la creatividad, las nubes.

Buscar para encontrar una sombra de quienes fuimos. Los recuerdos están tan decorados que ya ni los reconocemos con el tiempo. O a veces, duelen tanto, que preferimos silenciarlos. Los recuerdos en silencio no viajan. Solo viajas tú repitiendo el mantra: "aquí y ahora". Pero a veces no se puede. Te atrapan, te despiertan otros despertadores que le quitan las telarañas a tu olvido y recuerdas... Viejas ilusiones, viejos sueños, grandes fracasos y pérdidas, y un camino tan largo como pasado y un camino tan largo como futuro.

Aquí y ahora, ante un folio en blanco, hoy toca hablar de soledad con uno mismo. De soledades en plural, una por cada uno de vosotros y vuestras circunstancias, y otras soledades, las que se suman entre dos que nunca más se encuentran y continúan el viaje.

Nubes, despertadores, sueños y pesadillas, holas y adioses y finales con punto final intenso. Y soledad de sentirte solo, pequeño y olvidado; soledad de saber que es pasajero, como cada fotograma del paisaje que visitamos. Por suerte, y también por desgracia.

Echar de menos. No sé si hay un sentimiento más desestabilizante. La nostalgia y la melancolía te atontan. ¿Dónde están mis amigos? Eso cantaban Los Suaves. También Manolo Tena gritaba al vacío y tantos... Es necesario viajar al centro de uno mismo de vez en cuando para reajustarse por dentro. Pero no os quedéis, no te quedes, no me quedo. Hay que vivir fuera. 

Diario de un día. Así nos va. Y el silencio me da la razón.

https://www.youtube.com/watch?v=KBPTOkKkDfo

Silencio. Aurora Beltrán y mi Bunbury. No podía usar otro tema hoy. A veces uno pierde el sentido de las cosas y la música y escribir son las únicas armas que conozco para recuperarlo, o al menos, para encontrar el camino de vuelta a casa, tras el viaje.

Un beso.

Comentarios

  1. La soledad es tan concurrida que por las noches ensayo discursos

    Probablemente - pasado el tiempo, la soledad te transforma hasta convertirte en ente. Y así deambulas

    Besos

    ResponderEliminar
  2. Creo que soy una solitaria empedernida y ya adicta a la soledad. Es tan sabroso disfrutar tus espacios que creo que es la única adicción que no dejaría jamás.

    Un beso Itziar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué linda, Lady Indie Red!
      Un beso enorme y gracias por leerme siempre y tanto.
      Muaks

      Eliminar

Publicar un comentario

El arte de compartir reside en ofrecer aquello que posees; en este caso, me basta una de tus ideas o tus pensamientos. Una palabra. La mía es: GRACIAS