Mens sana in corpore... de aquella manera.

Foto: Oscar Rivera
Tal cual. Y es que me gusta mucho la buena vida, la contemplación, los pintxitos y la cerveza. Soy de las que veo a la gente correr y me intriga saber en qué irán pensando. Porque no me creo que sin un balón se pueda correr y disfrutar. Será que nunca me he considerado deportista, sino jugadora de baloncesto. Pero aquella etapa terminó. Veinte años en una cancha son muchos años, muchos golpes, mucha disciplina y un momento en que las jóvenes llegan y tu vida, también, tiene que mirar hacia otro lado. Yo soñaba con recuperar las ocho de la tarde. Esa bendita hora en la que podrías elegir si quedarte en casa, irte a dar una vuelta, quedar con alguien, o dedicarte al nadismo más absoluto, en vez de ir a entrenar día tras día, noche tras noche.

Hace ya tres años que no hago nada de nada. Que río, lloro, me preocupo, me enfado, me rebelo contra el mundo y contra mí misma y a las ocho de la tarde, estresada o feliz, preparo la cena para la peque y para mí, o me tiro en el sofá o escribo o leo. Y el cuerpo, lo nota.

Llevo tres años tratando de cuidar tanto mi mente y mis estados, que el cuerpo dejó de tener su forma y su elasticidad, porque me emperré en que lo primero era sentirme fuerte por dentro, recuperar mi equilibrio interior... pero no me digáis cómo, tras este verano, he sentido que no puedo expandirme más. (Bueno, tal vez la ruptura de unos vaqueros nuevos al intentar subirme a una moto tuviera algo que ver, jajajaja).

Es complicado empezar a moverse. Me siento torpe, rígida y lenta, muy lenta. Es difícil luchar contra los recuerdos que tu mente te lanza sobre quién y cómo fuiste en una cancha, y aunque nunca destacara por mi velocidad, jaja, no se me dio mal del todo. Me quedé embarazada con 28 y gané 20 kilazos. 4 fueron de la propia niña, vasca, por lo que leéis, jeje. El resto, se fue yendo poco a poco. Con el divorcio perdí 17, y me quedé tan escuchimizada que mis amigas me llamaban "fea" y me pedían chicha. Poco a poco, la cogí. Y lo que tiene la felicidad, que se ha desbordado por mi cuerpo. Que mi metro ochenta y tres engañan y disimulan, pero mi ropa no. Y no entrar, me fastidia. No aspiro a posar en ninguna revista de fitness ni a lucir un palmito para nadie. Solo quiero volver a moverme y sentirme liviana. Ágil, flexible y activa. No creo que sea imposible. Creo que solo es cuestión de voluntad y de aceptar, que esta parte ahora mismo, equivale a quererme también por fuera.

He encontrado el por qué a muchos de mis recelos con el deporte. Uno, que nunca lo tomé como algo que me sirviera para cuidarme. Era pura adrenalina, competición, jugar y jugar a encestar, a mejorar, pero no a observar los musculitos y todo lo que aporta. Dos, durante estos años, me he dado cuenta de que me resultaba tan importante demostrarme a mí misma y al resto que estaba "sana" por dentro, que mi cuerpo, ¡bah! , me daba bastante igual. Necesitaba sentirme fuerte, valiente, reconstruida. Ahora que empiezo a estarlo, hubo un punto de inflexión y no fue solo el pantalón. Fue la desidia tan pegada a mis ganas. Darme cuenta del autoboicot y de que solo tengo 36 y si me dejo ahora, ¿cuándo volveré a encontrarme?

Así que he empezado a hacer deporte. Siento que es como empezar a meditar. Que todo tipo de ideas surcan tu mente y todas te dicen que lo dejes que no sirve para nada. Llevo dos días. Me río sola en casa frente a los videos de youtube y me río más al darme cuenta de que lanzo juramentos en hebreo porque me duele todo. Salto y noto la lesión del tobillo de hace años, cojo una mancuerna y mi dedo roto se lamenta, me siento y rezo a la instructora que no me pida levantarme... y al acabar, hasta me aplaudo. ¡Ja! No digo porque yo lo valgo, sino un divertido: "anda que Itzi... ¡vaya lo que se te ha ocurrido ahora!".

Día 2. Soy la Eva Nasarre del siglo XXI
No tengo un objetivo marcado. Si logro llegar al día 21 como la Samantha de la tele decía, me doy por satisfecha si luego tengo ganas de seguir un 22. Pienso que si fui capaz de dejar de fumar de una forma tan sencilla, solo diciendo que lo haría y punto, esto también puedo hacerlo. ¡Que mi cuerpo tiene que tener algún tipo de memoria deportiva, no? Porque si no, vaya mierda haber dedicado 20 años a algo que solo deja huella emocional, ¡con lo que he sudado! Me falta un equipo para motivarme. Echo de menos a mis chicas y el sonido del balón constante alrededor. Así que V me dijo que escribiera. Que lo compartiera, que esto me motivaría y me ayudaría a unir mis dos pasiones. Bueno, el deporte no es una pasión, no voy a venirme arriba ahora con el discurso. Escribir sí. Así que nueva vida que comienza en este septiembre caluroso. Regresar a casa de la ofi, rutinas de ejercicio (deberían llamarles de otra forma y no rutinas, rutina suena a cansino, aburrido y Mordor), y continuar con mis textos y mis proyectos literarios. ¿Lo conseguiré? Ojalá.

Baby me decía esta tarde, "ama, yo voy a ayudarte en lo que quieras". Y seguido me ha dicho que no bajo el culo lo suficiente. ¡Ja!

En fin, no me extiendo más que para ser el primer día creo que ya he contado bastante.
Me siento algo mejor. He expulsado demonios con cada gotita de sudor, incluido todo lo que pienso sobre el "ca..." que me ha rallado el coche. Y ahora a cenar, a charlar un ratito, leer, escribir o lo que surja. Me motiva compartirme, siempre lo ha hecho. Así que si has llegado hasta aquí, GRACIAS.
No entiendo la vida como un deporte solitario, sino como un camino de equipo. Sea como sea.

Sed buenos, haced aquello que os haga sentir bien, pero estad siempre seguros de que lo hacéis por vosotros y no porque la sociedad nos acribille a mensajes subliminales y directos sobre el cómo debemos estar y dónde está la cima de la felicidad. Todos somos tan distintos que llegamos a ser únicos y especiales. Con kilos de más, de menos, o redondos e ingrávidos como almas y estrellas.

¡Hey! Que no me olvido de la cancioncita... Imposible que no suene Bunbury. Hace menos de una semana lo vi en directo en Valencia y aún resuena en mi corazón. Como la compañía que tuve. Mis dos amores. Mejor imposible. Que suene entonces él, y este temazo. "De todo el mundo".


"Que no interrumpa lo cotidiano 

mis pensamientos. 
Que no me dejen sin mi sustento 
en vano.



Que no me atrape lo mundano 
si prefiero no estar quieto.
Que no me pongan en un aprieto 
por algo que no está en mi mano.



Que no me consuman si como sumo 
soy un regalo. 
Que no le cause a nadie espanto 
si yo mismo me acuso.



Soy vagabundo, siempre de paso de 
aquí de allá, de todo mundo. 
No tengo dueño, no soy tu esclavo. 
Un poco tuyo y de todo mundo..."


Besos mil y hasta prontito, que regresar al blog siempre es como respirar. 
Muaks! 

Itzi

Comentarios

  1. bien..por el mundo del deporte...irradia equilibrio

    de manera increible yo este verano he mantenido - con calores incluidos - una regularidad con la bicicleta fantástica. Espero poder ahora mantenerla a lo largo del curso. Sirve de relax y desconexión. Sobre el físico, no tengo problemas, es inmejorable

    besos

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Mr. Y a continuar, como un vals, poco a poco. 😘

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Mr. Y a continuar, como un vals, poco a poco. 😘

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

El arte de compartir reside en ofrecer aquello que posees; en este caso, me basta una de tus ideas o tus pensamientos. Una palabra. La mía es: GRACIAS