Imagen

"Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta". -Aristóteles-
Fotografía: Estitxu Ortolaiz
Es curioso esto de la imagen. La que damos y la que sentimos que damos y sobre todo, la que los demás perciben de ti. Y digo curioso porque si la gente fuera 100% honesta quizá no nos abrumarían con el asfixiante "¿qué dirán?", y aún mejor, dejaría de importarnos lo que piensen de nosotros Fulanito y Menganito. 

Hay gente a la que nunca le ha afectado, que ha sabido avanzar sin la presión social y, a decir verdad, a día de hoy con la perspectiva que da la madurez, les envidio. Sanamente. Porque olé ellos por haber vivido hasta hoy como les ha dado la real gana sin tener que vivir esperando contentar a todos. Olé ellos y sus decisiones erróneas y acertadas. Olé ellos y su honestidad vital; olé ellos y su autoestima. Y olé ellos y su capacidad para aceptar que uno puede cometer errores, pero que no eres el error y que la culpa no existe, por muchas etiquetas que sobre tu espalda intenten ponerte.

Hoy he salido a pasear por mi city, con mi muleta y mi nuevo ritmo, al tran-trán, y he tenido una mañana de locos. Mr. Jones Country no dejará nunca de sorprenderme cuando sale el sol: parece que se activa la vida y la alegría de la gente. Será también que es primavera... no lo sé. El caso es que he dado el paseo como si fuera jugando a la oca, de una a otra casilla enlazando compañías y charlas agradables, risas, gente bonita que me ha dado ánimos, apoyo y confesiones con sabor a café. Una mañana de esas que te hacen sentir conectada con la vida y el mundo. Una mañana en la que sientes que tu camino ha sido hasta la fecha un gran camino, porque ¡oye, tienes un mundo de personas distintas con quienes hablar! Nada de conversaciones banales, nada de superficialidad: te saben y les sabes. Una imagen transparente y real. 

Y de repente, cruzas una esquina y una calle estrecha se convierte en un túnel. Frente a ti una persona que no se alegra de verte, es más, alguien que desearía que fueras invisible e incluso, que no existieras. "Lady, sigue adelante y saluda. Aunque no te respondan. No tienes nada que demostrar", te repites. Y mi discurso mental se ha quedado en mental porque a falta de diez metros para pasar el uno al lado del otro, él ha preferido cambiarse de acera. Curioso. 

No diré que no he estado un buen rato con runrún, ¿para qué mentir? ¿Cómo llega alguien a quitarse de tu camino de esa forma solo por evitar un saludo? Ese gesto, ¿qué habla más, de ti o de mí? 

Durante mucho tiempo, tuve miedo de expresar lo que sentía. Un bloqueo emocional en toda regla. El mundo había dejado de ser un lugar donde sentirme segura para zarandearme de la forma más cruel que podía imaginar. Después se estabilizó, o quizá yo aprendí a moverme bien con turbulencias. No rompí las reglas cuando era joven porque no tenía capacidad ni confianza suficiente para hacerlo. No sabía salir del camino marcado, no creía en mí. Me habían educado para ser alguien que no sentía. Me costó mucho asomarme al mundo de verdad. Y cuando digo mucho, es muchísimo. Quizá porque sacar la patita implicaba romper compromisos y empezar de cero y por desgracia, en esta vida, hay mucha gente que opina que salirte de lo preestablecido tiene que suponerte algún tipo de castigo, merecido. Cada día tengo más claro que existen dos mundos: el de los que te juzgan y el de los que te allanan el camino. 

En esta jodida vida, siempre hay personas que entran y salen de ella. Es ley de vida. Ciclos. El mismo día que alguien me evita, cae de un libro prestado una vieja carta de amor. El mismo día que alguien me rehuye, recibo un abrazo inesperado veinte metros después. No, no podemos pensar en lo que los demás nos hacen porque imagino que ellos andan lidiando con sus propios fantasmas. Supongo que tengo que rescatar mi capacidad para no haber sido yo la que ha cruzado la calzada. La que prefería seguir hacia adelante, porque por suerte, ya no tengo que huir de nada ni de nadie, aunque esta nueva yo a algunas personas les desconcierte o no les guste. Yo no supe romper las reglas cuando era más joven ni tampoco hay por qué romperlas, pero quizá, si sientes que tu mundo se te queda pequeño, es porque puedes construir uno mejor y más a tu medida, donde la imagen que das y la que muestras son mucho más acordes a quien eres y a cómo te perciben. Sintonía. Ajustar los canales y conectar. El resto son interferencias y bueno, no está mal saber que existen, pero ¡ojo! tan solo para recordar, RECORDAR, que la vida es larga y cuál es la senda que nunca has de volver a pisar. Machado dixit. 

Quereos mucho, con todo. Con las luces y las sombras que nos conforman. Con la audacia y la cobardía, con el miedo y el valor, con la risa y el llanto, con la verdad y la franqueza de reconoceros en el espejo y ese objetivo que os apunta y dispara. Porque vida, solo hay una. No hay una prueba y luego ya... ¡la vida! Es ahora o nunca. Eres tú o la versión que el mundo espera de ti. Quienes de verdad os quieran estarán a pesar de todo, incluso del tiempo que haga que no compartís un café. 

A veces la imagen que damos solo es una pequeña distorsión, nada real, porque no olvidéis que la gente nos mira según se ve. Así que lo importante es rodearse de gente bonita que lucha por ser cada día un poco mejor, no hay espejo más honesto que el del verdadero amor. 

------------------------------------------------------------

Siempre que pasa mucho tiempo entre entrada y entrada me siento oxidada y sin embargo, la sensación de liberación es total. Podría haber escrito una historia de ficción, inventar a María y a Pepe y ponerles a hacer el amor o a discutir, pero ¿sabéis? Creo que la forma de conectar sigue siendo un de tú a tú, con estas experiencias vitales que, por suerte, tengo facilidad para compartir sin drama, porque la vida... ¡ay, la vida es un carnaval!

Tema, temita, tema... "El pensamiento circular", de Iván Ferreiro. No puedo sacármelo de la cabeza. Me parece sencillamente espectacular. Max mix primaveral. Que os guste.
Y la foto, la mirada bella de mi admirada fotógrafa Estitxu Ortolaiz. ¡Gracias, guapa!


"Hay veces, no muchas ni tampoco pocas, 
que pienso en ti. 

Hay algo retorcido desde esta alegre impunidad. 
Hay noches, proclives a las averías, 
que pienso en ti. 

El pensamiento circular con la cabeza vacía. 
Hay noches que todo es una porquería 
y pienso en ti. 

En el deseo, en la bendita oscuridad 
hay veces, no muchas ni tampoco pocas, 
que pienso en ti". 



¡Nos leemos!
Lady.


Comentarios

  1. Los caminos son como los renglones. Algunos están definitivamente torcidos. Nunca enderezar, y si cruzan, ni una sola reverencia. Total, su destino es un abismo

    Besos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

El arte de compartir reside en ofrecer aquello que posees; en este caso, me basta una de tus ideas o tus pensamientos. Una palabra. La mía es: GRACIAS